La Caída del Tirano

DE RICARDO ARIAS
Construcción de poder, formas de sometimiento, creencias. Las subjetividades que
permiten el autoritarismo, reveladas en la obra que encarnan Mariana Pevi y Valeria Rico,
dirigidas por Arias y Agostina Toia, todos los jueves en Espacio Bravo
Los hombres todavía se siguen preguntando acerca de esa extraña convulsión que los
toma por asalto cuando suelen, también por asalto, apoderarse de asuntos que son
propiedad de la comunidad y que ellos deciden transformarlos en su propiedad privada.
La historia de las llamadas tiranías -que suelen simplificarse a partir de la demonización de
ciertos hombres considerados "los villanos" de la gran película social- suele conferir a la
"personalidad" del tirano el ingrediente principal en la elaboración de una tremebunda
conspiración contra el resto.
Cuando estos personajes caen o son derrocados, muchos cierran filas del lado de "los
buenos", negando toda participación en la construcción social de los monstruos; la historia
de nuestro país ha dado sobradas muestras de estos procesos tan difíciles de analizar sin
herir susceptibilidades.
"Hombres perseguidos por su sombra, asesinos, señores del mundo... ridículos en su
pompa..." -dicen entre letanías y oraciones en latín, dos mujeres surgidas de las entrañas
de la tierra, mientras una lluvia de imágenes se desata sobre la árida escena de una
catarata de célebres tiranos en retirada.
Sobre estas temáticas profundas, un grupo de actrices y un director se puso a trabajar hace algunos años para indagar en aguas turbias y poco exploradas, territorio regio para el teatro
experimental.
Las actrices son Mariana Pevi y Valeria Rico, y el director, Ricardo Arias, que compartió la
coordinación en esta búsqueda teatral con Agostina Toia, en una creación colectiva que
dieron en llamar La Caída del Tirano y que puede verse todos los jueves a las 22 horas en
Espacio Bravo (Santiago 150).
"La Caída del tirano es un trabajo que deviene de la reelaboración y el retrabajo de un
montaje que hicimos con las chicas en el Centro de Expresiones Contemporáneas en 2014;
posteriormente se sumó Agostina a la dirección y lo retrabajamos casi durante todo el
2015", dijo a Rosario/12 Arias, actor, director y docente teatral.
"En 2014 yo acababa de regresar de Europa luego de 7 años; Ricardo me invitó a ver la
propuesta para seguir trabajándola y convertirla en una obra; acepté y empezamos los
ensayos; trabajando de manera itinerante con las actrices, y luego íbamos decidiendo
juntos las escenas que quedaban", contó Toia.
--¿Qué diferencias encontrás, entre esta propuesta y las otras producciones que surgen de
estos espacios de investigación teatral que venís coordinando?
Arias: --Mas allá de los aspectos eminentemente técnicos que hacen a una actuación
totalmente alejada del realismo, los estilos y/o poéticas que estamos habituados a ver y a
abordar, este trabajo es algo extraño porque el montaje se fue dando en una progresión, sin
un ánimo de estructurar narrativamente un relato".
Eso aparece como instancia abarcadora y acentúa las características de ritual que tiene
esta performance que gana teatralidad a partir del despliegue técnico y deslumbrante de
sus dos protagonistas.
"Se trata de momentos o instancias de una especie de ceremonia o ritual que daba cuenta
de procesos de construcción de poder; formas de sometimiento y dominio ligadas a
creencias y mandatos no cuestionados. Una forma de construcción subjetiva que
lentamente sustenta el despotismo, el autoritarismo y la tiranía, además del horror que
acarrea cuando se vuelven políticas de estado", observó Arias.
--Lo siniestro vuelve a estar mediatizado por la presencia de un muñeco, muy al estilo del
siempre perturbador Periférico de Objetos.
--Que el protagonista sea un muñeco no es casualidad; la construcción de ese monstruo
cruel que es un objeto con el que juegan los niños y construyen los adultos justamente para
moldear la personalidad de los pequeños es quien posibilita narrar. La famosa maquinaria
de dominación tiene técnicas de dominación y hay que revelarlas: el teatro es una
herramienta para hacerlo".
EL CORAN Y EL TERMOTANQUE
Fecha:
Martes, 12 de Abril de 2016
Link: https://coranytermotanque.com/2016/04/la-caida-del-tirano/
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LA CAÍDA DEL TIRANO
La construcción simbólica ha destrozado los niveles terrenales de percepción. El sentido de
pertenencia aprovechó los movimientos de la historia y se apropió del curso de la vida de
esos cuerpos que, obnubilados en su fe, apuran sus pasos detrás de las órdenes del líder.
Él, escondido detrás de un par de ojos que no parpadean, se adueña de las miradas de sus
fieles que buscan refugio de la intemperie, sin importar el precio.
Por Marianela Druetta Mayotto | Especial para El Corán y el Termotanque
Otra vez me ganó la ansiedad y salí de casa a las nueve y media, aunque sabía que la obra
empezaba a las diez y que el teatro me quedaba a sólo seis cuadras. Con la suerte que
vengo teniendo, apenas decido salir se larga a llover torrencialmente. Tuve que ir saltando
los charcos de las veredas averiadas de esta ciudad, dando saltitos de bailarina en las
esquinas, para llegar igualmente con las zapatillas de lona empapadas. Entré al teatro,
obviamente fui una de las primeras, le pedí permiso a la mujer sonriente que se encontraba
en la recepción para dejar la campera chorreada sobre una silla, y esperé, mientras
deambulaba por la sala.
La caída del tirano ILa gente empezó a llegar de a poco, pensé que a muchos los
acobardaría la lluvia, pero no fue así. Creo que cualquier día amerita para ir teatro, sea
domingo, martes o jueves, haya un cielo cargado de estrellas o una tormenta dibujando
relámpagos.
Después de un buen rato de espera al fin anunciaban que iban a dar sala. Apresuré mis
pasos para entrar por la gran puerta que se encuentra al fondo del salón, e ingresé a un
espacio bravo.
Otra zona
Divisé dos cuerpos estáticos sobre otro fondo, caminé hacia adelante y me senté. Las gotas
que venían desde afuera no se quisieron callar, golpearon sutilmente sobre el techo y me
pareció que eran una buena música para acompañar el cuadro que tenía frente a mí. Ahí,
desde la primera fila, donde suelo ubicarme últimamente en las salas, no pude sacar la
vista de esas dos figuras paralizadas en ese espacio, fueron segundos o minutos, no lo
recuerdo, creo que es una bendición olvidarse de a ratos de la dimensión del tiempo que
solemos tener. De pronto se empezó a formar otra melodía, esta vez no venía de la lluvia
que me había mojado todas las zapatillas y parte de la ropa, y me hizo tener frío durante la
obra, sino que salía de las voces de esas actrices, pero me parecía que venían de otro
lugar, no sé, era un canto, creo que en latín, y tenía muchos aires a religión.
Sentía que una de las mujeres me miraba a mí, quizás estaba mirando encandilada para
delante pero yo percibía su mirada sobre la mía, las dos se acercaban lentamente mientras
cantaban, sus manos iban y venían mimetizadas en un mismo movimiento de un lado para
el otro y siguiendo ese ritual empezaron a hablar: «de hombres perseguidos por su sombra,
asesinos, señores de la guerra, ridículos en su pompa». En simultáneo, se empezaron a
proyectar sobre la pared del fondo fragmentos de videos de archivo, y ahí empecé a hacer
algunos malabares, no sabía si oír las palabras que salían de esas dos mujeres, si mirar los
flashes en donde una multitud de personas extendían los brazos saludando al führer y al
instante una tropa de militares copaba las calles, si contemplar esos cuerpos enérgicos que
cada vez estaban más cerca de mí, o si dejarme llevar por esas voces angelicales y
demoníacas.
Esa especie de ceremonia terminó y ese clima solemne cambió radicalmente. Esos cuerpos
y esas voces se transformaron, ahora todo parecía más maléfico y retorcido. Con un trago
amargo mastiqué y recapitulé que los abusos del poder y la tiranía se repitieron y se repiten
a lo largo de la historia.
Si bien los textos giraban alrededor de opresiones, despotismos, codicia, ambiciones,
reconozco que en determinado momento mi mente se abstrajo de ellos y se centró en el
trabajo físico de las actrices. Hubo una gran labor. Entre ellas: coordinación, plasticidad,
equilibro, potencia, violencia en los movimientos. No voy a contar en detalle cada uno, el
lenguaje corporal tiene que verse, pero puedo graficar con palabras dos de ellos y contarles
que pude ver que La caída del tirano IIuna de las actrices estaba pariendo en escena y otra
teniendo un ataque de epilepsia. Noté cómo la transpiración rebosó esos cuerpos y me
olvidé del frío que sentí al comienzo.
Metáfora
Ya avanzada la obra, apareció uno de los protagonistas, que nació en el medio de la
escena, un muñeco. Este objeto fue el rey en lo que siguió de obra. Por momentos cobró
vida con su simple presencia en el medio del espacio y por otros, fueron las actrices las que
lo manipularon para que eso sucediera. Ese pequeño hombrecito de pantalón y chaqueta
llegó a mirarme y a contarme lo que hay dentro de esa mente siniestra. Si bien los
movimientos y las energías salían de Valeria Rico y la voz de Mariana Pevi (y viceversa),
admito que me olvidé por un rato de eso y pude ver y oír al déspota.
Fantástica metáfora de un tirano. Fabricado en escena por estos dos seres, pero fabricado
por todo el sistema en nuestra sociedad, ahuecado, sin venas ni sangre, sin carne ni alma.
DIARIO PORVEN
Fecha:
Miércoles, 20 de abril de 2016 Link:
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TEATRO ROSARINO: “LA CAÍDA DEL TIRANO”, UNA METÁFORA DE LA
MANIPULACIÓN
por Lautaro Dapelo
https://porven.com.ar/teatro-rosarino-la-caida-del-tirano-una-metafora-de-la-
manipulacion/22289
El espacio no está vacío porque dos mujeres lo llenan con su presencia. Realizan un ritual
coreográfico y vocal: cantan en latín, una lengua tan muerta como la tiranía. Bombardean al
espectador con imágenes históricas y alusivas a las relaciones de poder entre los
individuos. Un comienzo bello y potente, que prepara al espectador para una obra con
fuerza.
Dos mujeres de carne y hueso engendran a un tirano de plástico, un muñeco sin sangre y
vacío por dentro. Luego de un parto complicado, le dan forma a este pequeño ser que
aparenta ser indefenso. Ellas manifiestan una turbia ingenuidad, y se equivocan al crearlo.
Una vez logrado el objetivo, el pequeño y despiadado dictador cobra vida.
Las actrices muestran un intenso trabajo corporal. De allí se deduce la búsqueda de una
estética que rompa con la cotidianidad, no sólo de los cuerpos, sino también de las ideas.
La tiranía no ha muerto, sigue tan viva como en cada época de la historia, aunque quizás a
simple vista no se perciba. La obra busca movilizar la conciencia colectiva para que no
caiga ante la manipulación.
La caída del tirano es una interesante propuesta teatral. A través de su potencia poética y
metafórica, expresa una posición nada ingenua sobre el decurso de los procesos históricos
que desembocaron en el tiempo actual. Esta obra despierta los razonamientos necesarios
para replantearnos el lugar que ocupamos aquí y ahora. La caída del tirano busca patear el
árbol para que caiga la fruta madura.
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FOTOGRAFIA Pane Marucco


